Por Luis Sagüés Garay

Hemos casi olvidado esta semana un acontecimiento trascendente, para la vida de nuestro suelo patrio. El nacimiento del padre de la Patria. Don Bernardo O´Higgins Riquelme. Su vida transcurre casi oculta por sus progenitores. Para su madre, una situación muy condenada en su época, madre soltera. Para su progenitor un riesgo permanente, en su exitosa carrera como alto funcionario de la Corona Española en América, que le permitió escalar a la más alta distinción para un funcionario. El Virreinato del Perú. Don Ambrosio fue un padre muy distante, aunque siempre muy ocupado de su hijo. Su madre, prácticamente oculta, para este niño, que sufre la orfandad más dolorosa, la del afecto, la del cariño, insuperable, para un infante de cualquier condición. Pero él como un grande, supera toda esta difícil y trágica realidad. Se prepara y aprovecha sabiamente la educación sistemática y valiosa que le proporciona su padre. Primero en el Colegio de naturales de Chillán, regentado por los curas franciscanos. Luego enviado muy niño a la casa Los Albano de La Cruz en Talca. Muy poco mas tarde, enviado al Perú, donde estudia en el Colegio del Príncipe de Lima, establecimiento destinado especialmente para la juventud de la aristocracia limeña. Luego como culminación de su formación docente, a Richmond Inglaterra, donde termina su enseñanza humanística de Gentleman inglés. Domina el latín, inglés, francés, y mapuche. Adquiere una buena destreza en del piano, estudia arte destacándose como dibujante. Maneja con maestría la espada.

Vuelve a Chile, después del fallecimiento de don Ambrosio, inspirado en las enseñanzas del libertador venezolano Francisco de Miranda y se pone en cuerpo y alma a conseguir la emancipación americana. Un hermoso poema de Pablo Neruda, retrata muy bien la radiante personalidad de Don Bernardo:

 “Niño triste hombre solo, lámpara de Chillán Viejo. Pero la patria te llama y vienes y despliega tu nombre, Bernardo O’Higgins Riquelme, como si fuera, una bandera al viento de las batallas y en primavera. O’Higgins nos enseñaste y nos sigues enseñando, que patria sin libertad, es pan, pero pan amargo”.

No solo consigue su anhelo la independencia de Chile, sino, también emprende, la titánica misión de liberar al Perú y con ello la definitiva libertad se América.