Una fecha casi olvidada en nuestro tráfico contingente, 1 y 2 de octubre de 1814 término de la patria vieja. Desastre de Rancagua. En los albores de la independencia, el Chile rebelde, empeñado en cambiar el sistema de gobierno, que se venía usando en los países más desarrollados desde el siglo XV. Débilmente armado, con una formación bélica muy rudimentaria o casi inexistente. Sin un propósito definido de la tropa. La mayoría de ellos no sabían por que combatía. Se enfrentan a uno de los ejércitos más poderosos de la Europa del siglo XlX. Varios de ellos, veteranos vencedores en la guerra contra Napoleón.
Los oficiales patriotas sin formación académica, solo tenían como oficio la guerra. Aunque varios de ellos, nunca habían participado en ninguna. Don Bernardo suplía su falta de formación militar, con un patriotismo, arrojo y audacia, inigualada. Su lema, “O vivir con honor o morir con gloria” lo demostraba encabezando las huestes rebeldes. Este modelo inflamaba a sus soldados, quienes lo seguían ciegos a la lucha. Rancagua fue una dolorosa experiencia para O´Higgins, que lo hizo meditar y concluir, que no se podía enfrentar al profesionalismo del ejército español, solamente con coraje valentía y heroísmo. Después de esta aciaga derrota, Bernardo se asila en Mendoza, donde conoce al General José de San Martín.
Nunca el Libertador chileno olvidó los terribles episodios de la batalla de Rancagua. Algunos de ellos contados, por la excelente pluma, de un gran conocedor de la vida de Bernardo, el historiador don Luis Valencia Avaria.
Durante el incesante combate mientras O´Higgins recorre los frentes de la sitiada plaza, descubre en ella a varios soldados heridos que se debaten entre la vida y la muerte. El comandante reclama la presencia del cirujano que acompañaba esta campaña. Le indican que está en la iglesia, O’Higgins atraviesa la plaza y se introduce en el templo que había sido preparado como hospital de emergencia. No encuentra al Dr. Lo llama, lo busca y consigue dar con él, este, don Pedro Morán presa de una crisis de pánico se ocultaba en un confesionario. Hasta este lugar llega Bernardo y tomándolo de sus ropas lo arrastra hasta el medio de la plaza, donde procede a increparlo por su cobardía. En este trance, se encuentra el Libertador y el Cirujano, cuando una bala de cañón enemigo, pasa rauda entre los dos personajes. Todos vieron el suceso, el Dr. En la cúspide de su crisis, pierde el conocimiento, don Bernardo no puede contener una visible y sonora carcajada.
Pedro Morán es uno de los destacados cirujanos que desarrollaron una heroica misión en el Ejercito Libertador. Además, integró el primer elenco de profesores de la naciente Escuela de Medica de Chile 1833. Haciendo valiosos aportes a la investigación científica y a la docencia.
La batalla se prolonga por dos días, al segundo, los víveres el agua y las municiones se terminan. O’Higgins decide abandonar el sitio y conmina a sus oficiales y la poca tropa en pie que queda, a seguirlo en una salida suicida, por sobre las barricadas que habían formado los combatientes españoles. Don Bernardo se monta en su caballo -ya extenuado por el duro encuentro- y pide a sus camaradas que lo acompañen a salir por sobre la trinchera enemiga, formada por enceres de casa, tablas, cadáveres y cañones, todos junto a numeroso contingente, que se disponen a enfrentarlo a bayoneta calada. El caballo del Libertador rechaza el salto sobre la trinchera, el temor a las armas y el agotamiento de las jornadas lo detiene. El capitán don Domingo Urrutia Vivanco, un gran amigo de Bernardo, bajándose de su caballo, empuja por las ancas al de O´Higgins, y lo obliga a sortear el peligroso obstáculo.
Los sobrevivientes de este duro trance, se alejan de Rancagua y cruzando la cuesta Chada, divisan desde lejos, la ciudad humeante. Triste escenario de la independencia.