Por Luis Sagüés Garay

En las últimas semanas hemos escuchado al presidente Boric, llamar la atención a los empresarios chilenos, sorprendido porque estos sacan masivamente sus capitales de Chile. En comparación a la interesante actitud de empresas extranjeras que actúan ingresando estos a nuestro país. Todo lo anterior en el marco de un dramático estancamiento en el desarrollo, reflejado en un IMACEC del 0% en el último mes observado, lo que ha hecho exclamar a nuestro ministro de Hacienda, que “es una cifra decepcionante”. La realidad es que la inversión extranjera que llega a nuestro suelo, es muy inferior a la que se necesita y, en nada puede contrarrestar la inmensa cantidad de capitales que sale. ¿Pero que explicación tiene este fenómeno económico “decepcionante” como lo califica el ministro?

Desde la campaña presidencial, nuestro presidente viene sistemáticamente diciendo que su norte es, destruir el modelo neoliberal, basado en el libre emprendimiento, que se instauró -con el tremendo éxito por todos conocidos- en el Gobierno Militar, y que ha dado a este pequeño país, el periodo más virtuoso de nuestra historia. Este objetivo, presidencial, destruir este modelo, no tiene ningún, fundamento positivo -ni teórico ni empírico- que permita pensar que es algo bueno. Al contrario, toda la experiencia existente, nacional o extranjera, recomienda su exitoso empleo.  Esta insana intención de poner en práctica su idea, la ha tratado de plasmar, a través del cambio – en dos oportunidades- de nuestra actual Constitución, base de este modelo virtuoso, mediante cartas fundamentales, que permitían legalmente destruir, todo lo que, con tanto esfuerzo y trabajo, se ha logrado en 40 años de crecimiento. Gracias a un pueblo, prudente y valorador de lo realizado, se rechazó categóricamente en las dos oportunidades. Pero a pesar de altisonantes declaraciones “que había que escuchar al pueblo” los intentos por imponer su idea, no cesaron.  Esto se demuestra en la pertinaz intención, de realizar una reforma tributaria, que, elevando los ya alzados impuestos, terminaría por deprimir el crecimiento y por tanto, la riqueza necesaria para mejorar la situación económica de los chilenos.

Otro de los curiosos episodios que es bueno recordar, en este mismo sentido, es el viaje a España que realiza el gobernante en compañía de su ministro Marcel de Hacienda, con la finalidad de atraer inversión extranjera, en el cual manifestó, que en su cabeza hay dos orientaciones económicas, una que persigue la destrucción del modelo neoliberal capitalista, y otra que lo inclina a coexistir con este. Que empresario en su sano juicio, estaría dispuesto a traer a Chile sus capitales si el presidente del país que solicita su inversión, declara tan tajantemente su interés absolutamente contrario al capital.

Uno de los escenarios totalmente opuestos a la inversión, es el que muestra hoy Chile. Con un grado de incertidumbre desconocido hasta este momento. ¿Qué ocurriría si a este gobierno lo sucede otro con parecido ideologismo político? ¿U otro, que sea obsecuente con las ideas de este? ¿Y no quiera - o se atreva - a tomar medidas drásticas para corregir con energía los errores cometidos?

La inversión de capitales tanto nacionales como extranjeros es absolutamente imprescindible para impulsar el anhelado desarrollo, que genera empleo.

Otro factor que frena la inversión es el tortuoso trámite burocrático, que es necesario realizar superando interminables permisos y exagerados estudios ambientalistas, para iniciar una empresa.

Los ambientalistas que tienen una solapada influencia en este gobierno, paralizan cualquier inversión. ¿Qué empresario agrícola se decide a plantar frutales, si los influyentes ambientalistas sostienen que esto significa la exportación de agua, substancia tan necesaria en tiempos de sequía?

Estos movimientos que sostienen a este gobierno, consideran la lechería como promotora del cambio climático, porque estos animales - las humildes vacas - producen en su rumen metano, un gas que provoca la destrucción de la capa de ozono, acelerando el temido cambio climático. Lo que los ambientalistas ocultan, es que el principal productor de metano del planeta, son los humedales - que ellos – protegen y que entregan el 90% del metano que se produce en el orbe. 

¿Quién piensa en invertir sus ahorros en un país donde el Estado de Derecho es una mera declaración de intenciones? El gobierno no tiene la decisión de combatir la delincuencia, restableciendo las legítimas atribuciones a Carabineros y fuerzas de seguridad para combatir esta plaga, que ha sido estimulada con una descontrolada inmigración extranjera, llenando las cáceles de indeseables antisociales. Los tribunales de justicia y el Ministerio Público, persiguen a Carabineros cuando usando sus armas abaten a infractores flagrantes de la ley, mientras los delincuentes reciben un esmerado apoyo del Organismo de Derechos Humanos, que cuenta con ingentes recursos nuestros para realizar su injusta misión.

Con estas pocas ideas analizadas en esta columna, se puede deducir que hay sobrados inconvenientes para recuperar el necesario crecimiento económico de nuestro país.