Por Luis Sagüés Garay
Este gobierno actual inició su mandato ofreciendo a la ciudadanía un cambio total de paradigma, consistente en transformar esta sociedad nuestra, - con una larga trayectoria de aciertos y errores- en una nueva, basada en ciertos principios probadamente fracasados, inspirado en un generoso reparto de bienes, que la mayoría de la gente ha obtenido, fruto del esfuerzo talento y sacrificio de toda una vida. Para plasmar este proyecto propuso inicialmente un cambio total de constitución, partiendo de una “hoja en blanco” es decir, todo era susceptible de ser alterado.
El candidato Boric, obtuvo una mayoría sólida, especialmente en los sectores más jóvenes – con menos contribución -poca responsabilidad y fuertemente motivados por ideas de la izquierda. Junto a esto, no participó una gran parte de la ciudadanía, escéptica y cansada de contiendas políticas electorales. Los adherentes a este líder estudiantil, jóvenes militantes de izquierda, se plegaron con gran entusiasmo, a esta atractiva oferta. Por otro lado, una muy importante fracción de la ciudadanía, escéptica, cansada del devenir político, y pragmática, no quiso participar y se mantuvo expectante.
En este escenario y elegido el candidato de la izquierda radical. Propuso casi como un programa de gobierno, someter al país a una nueva Constitución, que le permitiría realizar su ambicioso proyecto revolucionario. Como este era refundacional, se tramitó en el parlamento, que, la participación ciudadana fuera obligatoria.
Se produjo durante el trámite de discusión y redacción del nuevo texto constitucional, un activísimo debate e información, que capturó la atención ciudadana. La gente evaluó lo que la constitución del 80 había aportado al desarrollo del país, y lo que la propuesta refundacional ofrecía. Esto tuvo un inesperado resultado -por el grado de publicidad – del nuevo proyecto constitucional. La chilenidad toda, lo rechazó, por un amplísimo margen y mantuvo la constitución que ha dado a este país, el desarrollo más vigoroso en los últimos 50 años.
Los políticos especialmente de la derecha más tradicional, insistieron y convencieron al presidente Boric, de llama a un nuevo cambio de constitución. Ahora redactado por una mayoría que se suponía representaba al sector que había liderado el rechazo al primer proyecto. Segundo fracaso del gobierno revolucionario. La inmensa mayoría de la ciudadanía, en la cual participó obligatoriamente toda esta, volvió a rechazar este segundo proyecto constitucional. Resultado que ratificó, lo que gran parte de la opinión pública venía diciendo. La Constitución no es el problema a los males de Chile. Estos son el numeroso e incompetente grupo de políticos que nos gobiernan.
¿Cuál es, nuestro actual desafío?
Que este gobierno comprendiendo lo que el país pleno en los últimos pronunciamientos plebiscitarios ha resuelto, renuncia a seguir gobernándonos o cambia completamente su discurso. Para ello debe poner énfasis en lo que la inmensa mayoría ciudadana anhela: no más delincuencia, pensiones suficientes para los más necesitados, salud accesible a todos, educación buena y gratuita, trabajo estable y permanente, casa propia y digna.
En pocas palabras, enfatizar y perfeccionar lo que ya se ha dado en estos últimos exitosos 50 años.
Todo lo cual, es posible alcanzarlo, con una buena administración de la actual Constitución, propuesta en los años 80, modificada y ratificada en sucesivos plebiscitos.