Recopilación de Juan Pablo Morales Farfán
El personaje conocido como el Diablo, Satanás, Belcebú o el Coludo, forma parte de todas las leyendas locales en todos los países, como la peor representación del mal. Recordemos que según la biblia este fue un ángel rebelde, "una criatura espiritual que se ha puesto en contra de Dios"... "el gobernante de este mundo" (Juan 12:31) y dicen las escrituras, "Él se vale de todo tipo de engaños para conseguir sus fines" (2 Tesalonicenses 2:9, 10). Por lo tanto, todo lo malo viene de este personaje.
Ahora las leyendas locales hablan de él culpándolo cuando se pierde una cosecha, por ejemplo, cuando hay sequía, cuando una damisela se pierde en el bosque, o ese hombre cae en el vicio del trago o alguien asesina, se dice "se le metió el diablo en el cuerpo".
En nuestra provincia, dicen los relatos ancestrales, el diablo nació acá, o sea tenía una dirección conocida de nacimiento y este era el pueblo de Alhué (lugar de ánimas o espíritus). Entre Pichi y Talamí, como lo dice la resfalosa "El diablito de Talamí", de Margot Loyola.
En la comuna de Talagante está "el camino del diablo", que antiguamente era sólo de tierra, bordeado de zarzamoras. Ahí se aparecía un jinete, en un caballo negro, "el diablo" decían los que lo veían y este que les robaba a los que pasaban con dinero por ahí. En María Pinto no son pocos los que le han visto o que les ha metido el diablo en el cuerpo.
Me contó un vecino, Marcelo, quién tiene fama de ser serio y responsable, no es bebedor o borracho y padre de familia. Me contó que a él se le apareció el diablo, o como lo invocaban "el torito". Fue en el Fundo Ranchillo, de Hernán Hurtado, donde lo contrataron para limpiarlo de los espinos que tenía y dejarlo impeque para sembrar. Ahí estuvo como seis meses trabajando con una cuadrilla entera, de sol a sol. Él me dice que fue culpa de ellos que el "torito" se le apareciera, ya que cada vez que tenían un problema en el campo lo invocaban para que les ayudara. Como la vez que se les enterró, se embanquilló, en el lodo un camión. Durante una semana estuvo ahí no lo sacaban con nada, ni los bueyes podían moverlo. No fue hasta que un día le pidieron ayuda a "El torito" que no bastó que lo llamarán que el camión salió de una y casi en el aire. Una tarde, ya pasadas las diez de la noche, con luna llena, terminaba de trabajar con sus socios y bajaban en camión. Le tocó a él abrir el portón. Pasó el camión y cuando se disponía a cerrar el portón se encuentra cara a cara con el diablo. Recuerda que este era enorme, arriba de un caballo negro, vestía una Manta de Castilla, un hermoso sombrero negro de ala ancha y le brillaban sus dientes y sus ojos rojos despedían destellos. Nuestro amigo quedó helado y sólo atino a salir corriendo, subiéndose al camión, con el sudor que le corría por la espalda. Esa imagen espeluznante que vio le hizo perder la conciencia y su mente se borró y no supo de él hasta cuando llegó a su casa. Jura por lo más sagrado que no estaba bebido u otra cosa y que vio clarito al diablo que se le apareció esa tarde.
Como reza el dicho: "No creo en brujos Garay, pero que los hay, los hay"
Artículo publicado revista Mari Pentu (Corporación de Educación y Salud) Octubre 2015.