Por Mariel Norambuena    

 

 

            Durante nuestra vida, conocemos a cientos o miles de personas. Normalmente, creamos lazos más profundos con aquellas con las que compartimos gustos y estilos de vida; sin embargo, somos muy pocos los que podemos afirmar con total seguridad que tenemos una amistad que durará toda la vida.

 

            Un estudio encabezado por el sociólogo holandés Gerald Mollenhorst, concluyó que solo un 48% de quienes consideramos amigos, permanecerá a nuestro lado durante 7 años y, pasado este tiempo, es probable que dicho vínculo sea para siempre. Pero mantenerlo no es solo una cuestión de estadísticas y circunstancias.

 

            Mi mejor amiga y yo hemos cultivado una amistad por 30 años; hemos sabido fortalecer nuestra relación y sobrevivirla a pesar de las dificultades. ¿Cómo lo hemos logrado? Primero, quisiera recalcar que, sin su fidelidad y comprensión, hubiese sido imposible. Segundo, al igual que las relaciones amorosas, existe un firme compromiso de crecer juntas y aprender la una de la otra, aceptando las diferencias y, aún más, comprendiendo que son ellas las que fortalecen esa unión. Hasta que llega un punto en el cual esa persona es tu familia y, como tal, te esfuerzas en cuidarla sin importar las distancias físicas o emocionales, las cuales inevitablemente se dan en algún momento.


            Como mencioné, al igual que una relación de pareja, la amistad necesita de cuidado, comprensión, empatía y algunas treguas. No es solo estar en los momentos complejos y dolorosos, sino en cada paso del camino. Se trata de honestidad, entrega, de comprometerse genuinamente con otro ser, de aprender a escuchar, apoyando cada proceso, aunque no estemos de acuerdo con las decisiones del otro.

 

            La Javi es una amiga todo terreno. Nuestro lazo se basa en la sinceridad, en el esfuerzo de estar presente, incluso cuando no existen ganas o estás cansada. Sus batallas duelen como si fuesen mías y sus logros me llenan el alma. Muchas veces no ha sido fácil. En el camino hemos aprendido a ser más asertivas y tolerantes, porque no solo existe el deseo de envejecer juntas, sino el pacto implícito de hacerlo realidad.  En otras palabras, ella no es solo una amiga, mas bien se ha convertido en una compañera de vida. En resumidas cuentas, estas líneas no tienen más propósito que decir que la amo hasta el último día de mi vida.

 

Referencias  

Bermejo, D. (5 de mayo, 2017). Cómo saber si un amigo es para toda la vida, según estudios científicos. Obtenido de https://www.elmundo.es/f5/comparte/2017/05/02/59038d8e468aeb7b7d8b469c.html